lunes, 14 de marzo de 2011

LA LLORONA

Tal vez la leyenda de La Llorona sea la más popular de todas en Pedraza. Dicen algunos pedraceños que en ciertas noches en los caminos de la sabana, en las calles de barrios de Ciudad Bolivia y en algunos caseríos, suele aparecérseles un extraño espanto causándoles susto, miedo y terror. Cuentan que en las calles de los barrios El Cementerio, Caja de Agua, El Silencio, El Estadio, La Quinta y Vista Hermosa; y en los caseríos de Mijaguas, Concha, Maporal, Los Mangos, Anime, Chuponal, Las Peñitas y Merepure; y en los caminos solitarios del llano en Campo Alegre, Solanero, La Tigra, Pueblo Nuevo, El Polvero, Mesero y Romereño, aparece este aparato que causa pánico a transeúntes con la emisión de lastimeros y tenebrosos llantos en medio de la noche.
Hay quienes relatan como ciertos los muchos sustos que causa a quienes deambulan a altas horas de la noche una mujer despeinada y macilenta, a la que no se ve la cara, que camina llevando un largo vestido blanco ensangrentado, cargando en sus brazos a su hijo muerto, y que llora desconsoladamente en medio de la soledad. Aseguran que el cuerpo llevado en brazos es tan viejo y anciano como ella porque desde hace mucho tiempo vaga sin rumbo fijo en busca del perdón. Otros cuentan que solamente le han escuchado sus lamentos y sollozos diciendo: “Ay mi hijo”, “ay mi hijoooo”. Más de uno asegura que el llanto “es un horrible sonido que les espeluca el cuerpo”.
Cuenta la leyenda que La Llorona es el alma en pena de una muchacha del pueblo que tuvo amores con un hombre que la embarazó, abandonándola al saber la noticia del embarazo y casándose con otra mujer. Afirman algunos que la joven lloraba sin consuelo por la pérdida de su amante y que poco después de parir, cegada por la ira y presa de los celos, le dio muerte a su hijo con un filoso cuchillo; al caer en cuenta del crimen que había cometido lloró desgarradoramente y comenzó a gritar fuertemente para llamar la atención de sus familiares y vecinos, quienes al entender lo sucedido la maldijeron para siempre. Luego ella salió corriendo hacia la sabana y desde ese momento vaga convertida en espanto.

Según la tradición pedraceña La Llorona no asusta a todos quienes andan durante la noche por calles de pueblos o caminos de la sabana. Únicamente se les aparece a aquellos caminantes cuando regresan de sus frecuentes parrandas, a los esposos infieles, a los malos padres que desconocen a sus hijos y a las mujeres que abandonan a sus hijos por ir a fiestas.
Ocasionalmente algunos confunden a este espanto con La Sayona; pero a ésta le ven la cara, en cambio a La Llorona no; una llora y la otra no emite ningún tipo de sonido; una carga un niño en sus brazos, la otra vaga solitaria; ambos espantos son femeninos, tienen largas cabelleras y llevan largos vestidos blancos.

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